La última persona a la que se debería pedir consejo financiero es un multimillonario. Cierto, tienen un historial demostrado de saber cómo adquirir y conservar montones de dinero, pero tengo mis dudas sobre su capacidad para comprender su valor real para el resto de nosotros. No tengo claro que comprendan lo que está en juego.
O como mínimo eso pensaba la semana pasada al leer la noticia de que Warren Buffett (que en su día fue la persona más rica del planeta, pero que ahora ocupa el quinto puesto) cree que el usuario medio de iPhone se negaría a pasarse a Android aunque le ofrecieran 10.000 dólares. Una opinión que me tiene con la boca tan abierta que se puede ver desde el espacio.
“Si eres usuario de Apple”, dijo a Becky Quick en el programa Squawk Box de CNBC, “y alguien te ofrece 10.000 dólares, y la única condición es que te quitarán el iPhone y nunca podrás comprar otro, no lo aceptarás”.
Warren Buffett, por supuesto, no necesita los 10.000 dólares y puede que le resulte difícil ponerse en el lugar de alguien que sí los necesita. Yo diría que probablemente haya bastantes personas por ahí que todavía se aferran a un iPhone 6s maltratado que saltarían ante la oportunidad de cobrar esa cantidad de dinero, y que felizmente gastarían parte de él en varios teléfonos Android de gama alta.
Pero el dinero no es exactamente a lo que se refiere Buffet. Como usuario de tecnología, ¿estás dispuesto a salir de tu zona de confort? ¿Y en qué momento la lealtad se convierte en un defecto?
Ha llegado la hora de la verdad. Prepárate para llevarte una sorpresa: soy usuario de iPhone. Actualmente, tengo un iPhone 14 Pro que se nos prestó a Macworld para poder hacer la review el otoño pasado, y antes de este usé un 13 Pro y un 12 Pro.
No siempre consigo los modelos insignia (pasé un año muy feliz con el 8 Plus después de que saliera el iPhone X), pero es justo decir que soy un usuario de Apple inusualmente privilegiado que casi siempre tiene acceso a modelos de iPhone extremadamente recientes y de gama alta.
Si alguien debería tener una visión optimista del ecosistema iPhone, ese soy yo.
¿Y sabes qué? Aceptaría ese trato. Negociaría, por supuesto: creo que podría conseguir seis cifras de Buffett. Pero si jugara duro, saldría de la habitación con los 10.000 dólares y una sonrisa en la cara.
El caso es que los iPhones son smartphones bien diseñados, generalmente bien equipados y excepcionalmente fáciles de usar, pero eso es todo lo que son. No son un estilo de vida, no son una religión, no son tu “equipo”. Son una variante específica de un producto que ni siquiera existía hace 30 años y que muy bien podría desaparecer en los próximos 15.
Ahora bien, no estoy aquí para argumentar que no necesitamos los smartphones en absoluto, por muy que sospeche que es así. Acepto a regañadientes que la mayoría de nosotros nos hemos acostumbrado a su comodidad y a sus seductoras distracciones. Pero incluso si necesitas un smartphone, no necesitas un iPhone, que es simplemente la versión de ese dispositivo que yo (y muchos otros) más disfruto usando.
Por supuesto, hay un componente emocional en estas elecciones, como lo hay en todas las actividades humanas, pero deberíamos guiarnos por nuestros sentimientos, no constreñidos por la lealtad a una corporación que no sabe que existimos.
Piensa en el valor en dólares que tiene el grado de comodidad y felicidad que añade a tu vida tener un iPhone de gama alta. Si Warren Buffett te ofrece una suma de dinero superior a esa cifra, deberías aceptar el trato.
¿Disfrutaría aprender a utilizar Android, una plataforma que usé seriamente por última vez hace casi una década? Probablemente no. Pero entre el dinero de Warren Buffett y los consejos de Macworld sobre el mejor teléfono Android para usuarios de iPhone, creo que me las arreglaría.